Reseña de Las leyes de la simplicidad de John Maeda
La obra que nos ocupa es un tanto más etérea que las anteriores pero no por ello menos interesante. En The Laws of Simplicity (Las leyes de la simplicidad en español), el ingeniero informático y especialista en diseño y arte digital John Maeda aboga por la simplicidad como directriz a seguir en estos tiempos en que la tecnología, cada vez más compleja, y el exceso de información nos dominan. Para ello el autor se vale de 10 principios que nos pueden resultar útiles tanto para desarrollar productos y servicios que destaquen sobre el resto como para reflexionar acerca del modo en que afrontamos nuestro día a día.
Maeda expone dichos principios en 100 escasas páginas y los organiza según su grado de complejidad, desde los de aplicación más inmediata hasta los que requieren de un análisis concienzudo. Aunque pueda parecer contradictorio hablar de complejidad cuando se pretende todo lo contrario, entenderemos que no es así al pasar de criterios fáciles de medir, como el tamaño o el tiempo, a otros más subjetivos ligados a emociones y sentimientos, como la confianza. A la hora de abordar cada ley, Maeda toma vivencias personales o elementos fácilmente reconocibles a modo de ejemplo (los gadgets de Apple aparecen en repetidas ocasiones y no por casualidad) y describe los rasgos de la naturaleza humana que hacen que los usuarios se decanten por una alternativa frente a otra.
En este sentido, el autor no solo ilustra casos cuyas decisiones responden a beneficios tangibles, sino que también hace alusión a posibles estrategias de marketing y a diseños que alteran la percepción de forma ilusoria. Asimismo, el autor se encarga de mostrar los inconvenientes de llevar las leyes al extremo y los conflictos para aplicar algunas de ellas de forma simultánea.
Las 10 Leyes
Basta con enunciar lo que propone cada ley para apreciar el nivel creciente de ambigüedad e intuir posibles incompatibilidades entre algunos principios:
- Reducir: Si disminuimos el tamaño del producto y escondemos sus elementos más complejos, los usuarios se sentirán especialmente complacidos cuando éste supere sus expectativas y se mostrarán más indulgentes cuando falle. A cambio, deberemos dotar al producto de la calidad necesaria para evitar que los usuarios lo perciban como algo insignificante.
- Organizar: Nuestro producto gozará de mayor facilidad de uso siempre que mantengamos sus funcionalidades debidamente ordenadas, etiquetadas, agrupadas y priorizadas.
- Tiempo: Los usuarios asociarán el uso del producto con una experiencia simple si éste da solución a sus problemas en relativamente poco tiempo. Deberemos centrarnos en hacer las esperas más llevaderas cuando no sea posible reducir la duración de los procesos más críticos.
- Aprendizaje: Evitaremos que los usuarios caigan en la frustración y lograremos que aprecien la valía de nuestro producto con mayor inmediatez si facilitamos el proceso de aprendizaje, por medio de metáforas por ejemplo, y recompensamos debidamente el esfuerzo realizado.
- Diferencias: Los usuarios apreciarán en mayor medida aquello que es simple si ponemos a su alcance algo complejo con que compararlo. Podremos establecer un marco de comparación dentro del propio producto o servicio, por ejemplo permitiendo escoger el nivel de detalle con el que trabajar, o con respecto a la competencia, revelando aquellos rasgos que diferencian nuestra propuesta del resto.
- Contexto: Los usuarios comprenderán mejor los servicios prestados si los presentamos en el contexto adecuado. Necesitaremos buscar un equilibrio entre la información que proporcionamos y omitimos según las sensaciones que pretendamos transmitir: confort y seguridad, a riesgo de caer en la monotonía, o excitación y aventura, que mal planificadas podrían terminar en desconcierto.
- Emoción: Debemos contemplar la posibilidad de decorar nuestro producto o añadirle más grados de significado si con ello conseguimos que los usuarios sientan un mayor apego emocional o reforzamos su sensación de bienestar.
- Confianza: Si transmitimos seriedad y savoir-faire, los clientes cederán parte del control dejando más decisiones en nuestras manos con el objetivo de ahorrarse tiempo y preocupaciones. Por otra parte, también sentirán menos ansiedad si les damos la opción de deshacer sus acciones, sensación habitual cuando no confían en sus propias capacidades y saben que el resultado de sus decisiones será definitivo.
- Fracaso: Nos resultará más sencillo identificar aquellos aspectos que verdaderamente ofrecen margen de mejora si aceptamos que no siempre es posible alcanzar la simplicidad. No obstante, la búsqueda constante de la simplicidad siempre conllevará algún tipo de beneficio, como aprender de los errores cometidos.
- La única: Si ninguna de las leyes anteriores nos es de ayuda, podemos tratar de enfocar un problema y tomar decisiones en base a la definición siguiente. La simplicidad consiste en eliminar aquello que resulta obvio y añadir lo que de veras aporta significado.
Opinión personal
A pesar de su título, The Laws of Simplicity no es un compendio de normas invariables que podamos aplicar a rajatabla. Más bien se trata de una breve introducción a varios conceptos que convendrá analizar y desarrollar de un modo u otro según requieran las circunstancias. De hecho, la obra suscita más preguntas de las que responde y desde dicho punto de vista podemos considerar que cumple con su cometido: nos presenta aspectos de diseño que los usuarios pueden considerar beneficiosos o perjudiciales, más allá de que un producto logre satisfacer sus necesidades o no, e invita a que reflexionemos al respecto con el objetivo de dar con soluciones más apropiadas en un futuro.
La principal virtud del ensayo se halla en su razonamiento en torno a la naturaleza humana. Dado que el usuario o cliente es el elemento común a cualquier actividad de negocio, podremos extrapolar las enseñanzas de The Laws of Simplicity fácilmente de un ámbito a otro.
El autor mantiene una actitud honesta a lo largo de su discurso, mostrando las ventajas así como los inconvenientes de las ideas que presenta. Además, no tiene reparo en confesar que The Laws of Simplicity es una obra incompleta que podría seguir puliendo a lo largo de los años, pero que de otro modo nunca hubiese salido a la luz. En este sentido, se podría achacar al autor no haber logrado ser lo suficientemente claro en algunos de sus argumentos, haber divagado sobre algunas ideas sin aportar nuevo significado o haber mezclado varios conceptos bajo una misma ley, entorpeciendo su interiorización.
Por otra parte, el tono de Maeda en ocasiones puede parecer demasiado prudente o sosegado. Por este motivo, recomendaría complementar su visión con la de Don Norman y su artículo The Simplicity Is Overrated, que ofrece un enfoque más crudo del mercado actual, en el que las soluciones más adecuadas no necesariamente reciben la acogida que se merecen.
En cualquier caso, The Laws of Simplicity es un ensayo muy ameno e inspirador del que podemos extraer valiosas conclusiones tanto desde la perspectiva de usuario como de la de empresario. Creo que no hay razón para dejar pasar por alto un ensayo que se lee en un suspiro y cuya idea de “lo bueno, si simple, dos veces bueno” se asienta en la mente con facilidad, y para bien.
Puedes comprar el libro en el siguiente enlace: Las leyes de la simplicidad.
NOTA: The Laws of Simplicity es una obra escrita originalmente en inglés, aunque ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos el castellano.