Cómo ha cambiado el sistema del aprendizaje online y en qué no ha mejorado

La comunicación del estado de alarma de mitad de marzo por la rápida propagación del coronavirus ha hecho que muchos colegios en muchas comunidades autónomas ya no reanuden su actividad hasta septiembre.

Esto significa que muchos padres y madres han tenido que acompañar en el aprendizaje, sobre todo en las edades en las que se está empezando a aprender a leer, utilizando material de comprensión lectora para niños con los que poder orientarse para poder ayudarles.

En este sentido, la interrupción de las clases no ha sido igual para todos. No lo es para adolescentes de segundo bachillerato con las pruebas de acceso a la Universidad por hacer, ni lo es para los que están aprendiendo a leer, a escribir o a sumar.

Un año en la vida de una persona de 5 o en la vida de una persona de 17 no es tanto ni tan grave si se habla en términos temporales, pero la congelación de ese tiempo de interactuar con otras personas de su edad, aprender una serie de conceptos, hacerlo al mismo ritmo o sentirse parte de un grupo es importante para el desarrollo de la personalidad.

¿Clases presenciales u online?

El coronavirus ha potenciado el uso de sistemas de aprendizaje online mejorándolo en comparación con los últimos años y convirtiénolo en una alternativa para sustituir las clases presenciales. Muchos centros han decidido utilizar plataformas de encuentros como Zoom o utilizar otras de formación online donde poder dejar las lecciones para que cada alumno vaya a su propio ritmo, o los dos recursos a la vez.

Hoy por hoy, la tecnología ayuda, pero su desarrollo no es tan amplio como para poder suplir las clases presenciales ni los encuentros físicos de modo cien por cien, por los fallos que pueda haber en las conexiones, por la falta de atención que se tiende a poner o por el contacto visual y físico que se pierde, tanto en un entorno compartido como entre el alumnado y la relación de alumno profesor, así como otros elementos de la comunicación no verbal y de las relaciones interpersonales que van intrínsecas en el aprendizaje tradicional.

Igualmente, son ya muchos los expertos que alertan del mayor cansancio óptico y psicológico de las videoconferencias al requerir un mayor grado concentración si no se quiere perder detalle, así como por la lectura o la interacción con tareas a desarrollar en pantalla en lugar de en papel.

Estas pueden ser algunas de las desventajas, pero el aprendizaje online, por su parte, también ayuda a que las personas sean más responsables, fomentan la disciplina, la constancia y dan la posibilidad de que se puedan ser proactivo al poder acceder a un gran volumen de conocimiento y recursos a un solo clic en tiempo real. De la misma forma, permite que las personas puedan ir cada a una a su ritmo de manera más fácil.

Como todo, hay escala de grises. Los colegios y la Universidad volverán después del verano en todas las Comunidades Autónomas y terminará este ensayo general de aprendizaje online, se sacarán conclusiones y se podrá saber desde qué punto se parte para seguir mejorando.